domingo, 28 de marzo de 2010

«Soy un bicho raro cuando camino... ¡cuando vivo!»

ANTONIO ASTORGA: Sábado , 27-03-10.
JAVIER BOTET, actor, premio Nacional de cómic, director de cortos, tiene el síndrome de Marfan

-Yo soy manchego, pero me siento un extraterrestre.

-¿Se ve como un bicho raro cuando camina, por ejemplo?

-Soy bicho raro ¡cuando vivo!

Javier Botet es una de esas cada 12.000 personas que padecen síndrome de Marfan, alteración genética caracterizada por la extrema delgadez y lahiperlaxitud de los miembros. Superó cinco operaciones, la última hace un lustro, en su gran corazón, para prevenir el aneurisma de aorta...

-Ahí estuve muy malito, y hubo un momento en el que no daban un duro por mí.

A los dos años y medio le tuvieron que echar el esternón hacia delante, ya que corazón y pulmones se quedaban sin espacio. A los cinco le reconstruyeron el esternón. A los trece le recortaron los huesos del pecho que habían crecido desordenadamente. A los veinte le operaron la curvatura de columna y le introdujeron varillas y titanio.

-Su madre es su ángel.

-Sufre por ella y por mí; es más dura. Me ha sobreprotegido. Nunca la he visto llorar, pero alguna lágrima se le ha escapado sin mover la cara.

-¿Usted formaría parte de un club que le admitiera como socio en cuestiones de amor?

-Como artista me gusta la belleza, sé apreciarla. De las chicas, por muy simpáticas que sean, me gustan las guapas. Las que más, obviamente.

-¿Entiende que su aspecto físico no entre en los cánones de la belleza, tal como los concebía, por ejemplo, Leonardo da Vinci?

-Sí, y no era lógico que una persona se sintiera atraída físicamente por mí si había opciones más coherentes.

-¿Y la belleza interior?

-Con la madurez he empezado a valorarla. Cada vez tolero de mejor manera que una persona venga y me diga que me desea, que me quiere.

-¡Se ha hipertrofiado!

-Algo así. Ahora cada vez entiendo menos que una chica no se sienta atraída por mí.

-Akenatón, María de Escocia, Lincoln, Rachmaninov, Carlos Cano, Phelps... son de su gremio.

-Hemos logrado trascender, aunque otros pasaron sin pena ni gloria. Me gustaría que el marfan fuera virtud, pero...

-Hollywood le habrá tentado.

-Tengo pendiente un viajecito a ese mundo desconocido.

-De dietas, ni hablar.

-Como de todo, no soy celiaco. Paella, italiano, japonés...

-Ya en España ni los minusválidos se pueden valer del Estado.

-Las ayudas son bastante ridículas, patéticas, y espero que nunca las necesite porque sé que mi enfermedad puede seguir complicándose. Sería como vivir de pobre, muy mal, justo: trescientos y pico euros te dan. Un lastre.

-¿El marfan se hereda?

-Es de nacimiento. Ni se adquiere ni se cura. Hay un juego de herencia, que se salta muchas generaciones. Si mis padres eran altos, al dar la cara el marfan hace que yo sea el más alto de mi familia.

-¿Cuándo dejó de crecer?

-En altura prácticamente llegué al límite a los diecisiete años, con dos metros.

-¿El problema más grave?

-La dilatación de la aorta.

-¿Y su vocación?

-La creación. Dibujaba tipos fuertes y musculosos de pequeño. Usaba cualquier papel albal para modelar formas, palillos y plastilina para unirlos; me inventaba melodías.

-Niña de Medeiros, monstruos bajo las profundidades, la criatura de Frankenstein... El suyo es el descubrimiento del año.

-Tenía ganas de hacerlo. Es un personaje dramático con muchos matices. Un día leí un folleto de un curso de efectos especiales y pregunté: «¿No necesitaréis actores peculiares para hacer criaturas?».

-Y de Madrid, al cielo.

-Estoy esperando que baje una nave de extraterrestres para decirles: «¡Llevo tiempo esperándoos, cabrones!».